Capitulación de Ayacucho - Comentario*
A
pesar de llegar a ser el instrumento con el que se dio fin a la presencia
militar española en América, con lo cual quedaba sellada y asegurada la
independencia de las nacientes repúblicas sudamericanas, no fueron muy
ventajosas para el Estado peruano las disposiciones que se establecieron en la
capitulación; a los realistas se les concedieron muchos beneficios que resultan
incomprensibles por ser ellos quienes perdieron la guerra. Estas condiciones
perjudiciales para el Perú, pueden tener su origen en que: ninguno de los
firmantes de la Capitulación de Ayacucho eran peruanos (Canterac era español y
Sucre era colombiano); en que las conversaciones y deliberaciones duraron dos
días, tiempo en que se pudo especular mucho y llegar a acuerdos amistosos que
no corresponden a los que tendrían que haber entre un vencedor y un vencido; y
que los ejércitos estaban ansiosos por terminar la guerra sin importarles las
consecuencias para el Perú de los acuerdos llegados entre ambos.
En
este documento parece ser que se invierten los papeles y el resultado de la
guerra, es decir, al parecer fueron los vencidos quienes impusieron condiciones
a los vencedores. Si bien es cierto que la Capitulación de Ayacucho significó
la independencia definitiva del Perú y de Sudamérica, y por lo tanto la
desaparición del ejército realista; contando las anteriores como consecuencias
positivas, también se deben contar las negativas para el país y su economía, ya
que España a pesar de haber sido derrotada logró que se le reconozcan gastos de
guerra, y por lo tanto el Perú nace a la vida independiente con una cuantiosa
deuda externa, producto de una mala negociación.
Muchos
de los beneficiados por las benignas y ventajosas disposiciones o artículos de
la Capitulación de Ayacucho que se quedaron en Perú, tanto militares como
civiles (ex acérrimos colonialistas), terminan por apoderarse de la República
después de acabadas las guerras de independencia. Y es así, en ese contexto que
nace el Perú a la vida independiente.
Carbajal Sánchez, Jasson Keith.
*El presente es un comentario personal del autor.
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